viernes, 26 de agosto de 2011

La cita perfecta

Yo soy de esos a quienes se les conquista con comida, preferiblemente con manjares exóticos que exciten mi paladar y con bebidas que encuentren nuevos modos de embriagarme. Mi cita perfecta comenzó así, guiado por una gentil pimpolla sudcoreana quien me llevó a un restaurante especializado en la manduca de su país y que ordenó por mi platillos con nombres que no puedo pronunciar e ingredientes desconocidos. El lugar tenía todo el aire exótico que puede tener un restaurante étnico que se precie de ser bueno. Y con bueno no me refiero a precios altos y decoración pretenciosa, sino precios que iban desde lo perfectamente asequible a lo muy especializado y caro, con decoración adecuada y ambiente relajado. La prueba de que era bueno, además de lo suculento de su cocina, es que estaba pletórico de sudcoreanos contentos, sudcoreanos oficinistas, familias sudcoreanas, sudcoreanos solitarios y por su puesto parejas románticas sudcoreanas, excepto por una pareja interracial compuesta por un chilango (los chilangos son otra raza) y, oh sí, una gentil pimpolla sudcoreana. La comida me pareció simplemente exquisita... para el primer tiempo nos sirvieron seis  entradas: 1) frijoles negros perfumados, 2) repollo ácido y picante, 3) filetitos de pescado agridulcepicante, 4) germen de soya tipo chop suey, 5) algo como espinacas cocidas en mantequilla y 6) tortitas de verduras. Como platillo principal compartimos calamar picante (una delicia absoluta) y costillitas de cerdo en salsa de hongos con pastelillos de arroz (mmm, salivo de nuevo), todo acompañado con tazones de arroz y soju (vino de arroz), para finalmente cerrar con un té de flores. Pero lo mejor de mi cita perfecta fue la gentil pimpolla sudcoreana, quien fiel a sus tradiciones me trató con toda la etiqueta y caravana de su cultura: ella me servía el soju, mientras con su mano izquierda  sostenía su muñeca derecha (así lo dicta norma), bebía cuando yo bebía y me relató que en su cultura el copar la copa de soju es una forma de decirle a la pareja "te quiero"... me copó la copa un par de veces. La plática fue interesante, amena, constructiva e irremediablemente romanticona. Después fuimos al centro comercial por postres y finalmente terminamos en una exposición fotográfica al aire libre fuera del Art Centre... I think she got me. Lo pesaroso es que mañana tendremos nuestra última cena juntos porque la gentil pimpolla sudcoreana se regresa hacia su país pasado mañana para, muy probablemente, casarse con el hombre con quien no quiere casarse. Extrañaré a la chica de la cita perfecta.

Station Korean Restaurant (Corner of Harewood and Papanui, Christchurch.)

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